
No salgo de vacaciones en el verano y enero es un mes de locos, como si cada día fuera el último antes de escapar de la ciudad. El calor insoportable, la pega peor. Todo el mundo anda ahuevonado, haciendo el mínimo. Los que no se han ido, con un humor terrible y, los que están volviendo o sacan pica de lo descansados que vienen o están todo el tiempo quejándose de que empieza el año, o de esto o de lo otro. Una lata.
Yo opto por guardar mis días para viajar en temporada baja y, por mientras, salgo a caminar por las noches (sí, como los viejos). Estos días ha habido una brisa fresca muy rica que me hace sentir como en vacaciones, sin vacaciones. Supongo que es la sensación de caminar hacia ninguna parte, sin apuro.
En eso estaba anoche, disfrutando de mis vacaciones imaginarias, cuando en sentido contrario vi a una mina aproximándose por la vereda del frente. Ella venía hablando por celular, más bien dicho, venía gritando por celular y cuando estuvo más cerca pude escuchar lo que decía. “Ah, sí huevón… o sea que no me quieres ver más. Mira imbécil, la que no te quiere ver nunca más soy yo, te lo vengo diciendo hace un año, déjame en paz, me cagaste la vida, muérete, púdrete, desaparece, no me llames nunca más, olvídate que existo”.
Cerró el monólogo con un rotundo “ándate a la mierda hijo de puta”, apagó el teléfono y lo dejó caer dentro de su cartera.
Quedé atónito, parado, mirando como se alejaba con paso decidido. Si no hubiera sido por su “acento” de “niñita” de colegio de monjas (probablemente Villa María Academy o las Ursulinas), hubiera dicho que la mina había tomado clases en la academia de Pamela Díaz.
Uf. He visto mujeres enojadas pero aún no me toca que me traten así. ¿Qué le habrá hecho el tipo? Pensé en seguirla y preguntarle, pero me dio susto, jajaja.
Aunque, debo decir que estaba bien rica y me excitó su actitud ruda. Tal vez necesito que me traten mal. Onda “ven mami, azótame”. Estoy delirando, lo sé. Debe ser el calor.